Historia de la
Adoración Nocturna
Adoracion Nocturna Española Sevilla
DESDE LOS ORIGENES DEL CRISTIANISMO
Las primeras vigilias –
Las vigilias de la antigüedad, fueron el primer precedente de la Adoración Nocturna.
Las vigilias mensuales de la Adoración Nocturna continúan la tradición de aquellas vigilias nocturnas de los primeros cristianos, si bien éstos, como sabemos, no prestaban todavía una especial atención devocional a la Eucaristía reservada…
En efecto, los primeros cristianos, movidos por la enseñanza y el ejemplo de Cristo -«vigilad y orad»-, no sólamente procuraban rezar varias veces al día, en costumbre que dio lugar a la Liturgia de las Horas, sino que -también por imitar a Jesús, que solía orar por la noche (Cfr.: Lc 6,12; Mt 26,38-41)-, se reunían a celebrar vigilias nocturnas de oración.
Estas vigilias tenían lugar en el aniversario de los mártires, en la víspera de grandes fiestas litúrgicas, y sobre todo en las noches precedentes a los domingos. La más importante y solemne de todas ellas era, por supuesto, la Vigilia Pascual, llamada por San Agustín «madre de todas las santas vigilias» (ML 38,1088).
En las vigilias los cristianos se mantenían vigiles, esto es, despiertos, alternando oraciones, salmos, cantos y lecturas de la Sagrada Escritura. Así es como esperaban en la noche la hora de la Resurrección, y llegada ésta al amanecer, terminaban la vigilia con la celebración de la Eucaristía. Tenemos de esto un ejemplo muy antiguo en la vigilia celebrada por San Pablo con los fieles de Tróade (Hch 20, 7-12).
Con el nacimiento del monacato en el siglo IV, se van organizando en las comunidades monásticas vigilias diarias, a las que a veces, como en Jerusalén, se unen también algunos grupos de fieles laicos. Así lo refiere en el Diario de viaje la peregrina española Egeria, del siglo V. En todo caso, entre los laicos, las vigilias más acostumbradas eran las que semanalmente precedían al domingo.
La costumbre de las vigilias nocturnas se hizo pronto bastante común. San Basilio (+379), por ejemplo, respondiendo a ciertas reticencias de algunos clérigos de Neocesarea, habla con gran satisfacción de tantos «hombres y mujeres que perseveran día y noche en las oraciones asistiendo al Señor», ya que en este punto «las costumbres actualmente vigentes en todas las Iglesias de Dios son acordes y unánimes»:
«El pueblo [para celebrar las vigilias] se levanta durante la noche y va a la casa de oración, y en el dolor y aflicción, con lágrimas, confiesan a Dios [sus pecados], y finalmente, terminadas las oraciones, se levantan y pasan a la salmodia. Entonces, divididos en dos coros, se alternan en el canto de los salmos, al tiempo que se dan con más fuerza a la meditación de las Escrituras y centran así la atención del corazón. Después, se encomienda a uno comenzar el canto y los otros le responden. Y así pasan la noche en la variedad de la salmodia mientras oran. Y al amanecer, todos juntos, como con una sola voz y un solo corazón, elevan hacia el Señor el salmo de la confesión [Sal 50], y cada uno hace suyas las palabras del arrepentimiento.
«Pues bien, si por esto os apartáis de nosotros [con vuestras críticas], os apartaréis de los egipcios, os apartaréis de las dos Libias, de los tebanos, los palestinos, los árabes, los fenicios, los sirios y los que habitan junto al Éufrates y, en una palabra, de todos aquellos que estiman grandemente las vigilias, las oraciones y las salmodias en común» (MG 32,764).
Las vigilias mensuales de la Adoración Nocturna -también con oraciones e himnos, salmos y lecturas de la Escritura- prolongan, pues, una antiquísima tradición piadosa del pueblo cristiano, que nunca se perdió del todo, y que hoy sigue siendo recomendada por la Iglesia. Así en la Ordenación general de la Liturgia de las Horas, de 1971:
«A semejanza de la Vigilia Pascual, en muchas Iglesias hubo la costumbre de iniciar la celebración de algunas solemnidades con una vigilia: sobresalen entre ellas la de Navidad y la de Pentecostés. Tal costumbre debe conservarse y fomentarse de acuerdo con el uso de cada una de las Iglesias.
«Los Padres y autores espirituales, con muchísima frecuencia, exhortan a los fieles, sobre todo a los que se dedican a la vida contemplativa, a la oración en la noche, con la que se expresa y se aviva la espera del Señor que ha de volver: «A medianoche se oyó una voz: `¡que llega el esposo, salid a recibirlo´ (Mt 25,6)!; «Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer o a medianoche, o al canto del gallo o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos» (Mc 13,35-36). Son, por tanto, dignos de alabanza los que mantienen el carácter nocturno del Oficio de lectura».
En este mismo documento se dan las normas para el modo de proceder de «quienes deseen, de acuerdo con la tradición, una celebración más extensa de la vigilia del domingo, de las solemnidades y de las fiestas».
Las vigilias de los antiguos cristianos, como sabemos, no tenían, sin embargo, una referencia devocional hacia la presencia real de Cristo en la Eucaristía. En este aspecto, los antecedentes de la devoción eucarística de la Adoración Nocturna han de buscarse más bien en las Cofradías del Santísimo Sacramento, de las que ya hemos hablado, nacidas con el Corpus Christi (1264), y acogidas después normalmente a la Bula de 1539.
Son también antecedente de la Adoración Nocturna las Cuarenta horas. Éstas tienen su origen en Roma, en el siglo XIII; reciben en el XVI un gran impulso en Milán, y Clemente VIII, con la Bula de 1592, las extiende a toda la Iglesia. Como las Cuarenta Horas de adoración en un templo eran continuadas sucesiva e ininterrumpidamente en otros, viene a producirse así una adoración perpetua.
Precedentes modernos –
SANTIAGO SINIBALDI, ROMA 1810
Pero si buscamos antecedentes más próximos de la Adoración actual, los hallaremos en la Adoración Nocturna nacida en Roma en 1810, con ocasión del cautiverio de Pío VII, por iniciativa del sacerdote Santiago Sinibaldi…
Canónigo de Santa María In Vía Lata, su objeto fue -y es todavía en Roma- la Adoración del Santísimo Sacramento durante la noche, en el Jubileo de las 40 horas que son continuas.
Su erección canónica como cofradía data del 23 de diciembre de 1815, bajo el patrocinio de la Santísima Virgen María y de San Pascual Bailón y con sede central para todo el mundo en Roma en el Vicariato bajo la autoridad del Cardenal Vicario.
León XII la elevó a Archicofradía el día 27 de abril de 1824. Pío X, el 8 de agosto de 1906 le concedió el privilegio de agregarse en perpetuo todas las Asociaciones o Pías Uniones Canónicamente erigidas que tengan por objeto la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento
A partir de su fundación, todos los Sumos Pontífices han sido Adoradores. Pío VII, León XII, Pío VII, Gregorio XVI; Pío IX siendo Papa, quiso expresamente inscribirse en la Adoración Nocturna y no se diga del Eucarístico, Hoy San Pío X, León XII la enriqueció con singulares favores; Benedicto XV fue Presidente, antes de ser elevado a la Catedral de San Pedro; Pío XI y Pío XII demostraron su especial afecto hacia la Adoración Nocturna mandando imprimir a sus propias expensas el Ritual de la misma, con la traducción en Italiano.
«El alma que ha conocido el amor de su divino Maestro tiene necesidad de permanecer largamente ante la Hostia consagrada y de adoptar, en la presencia de la humildad de Dios, una actitud muy humilde y profundamente respetuosa» (Pío XII, Alocución a la AN, Roma, AAS 45, 1953, 417).
«La presencia sacramental de Cristo es fuente de amor. Amor, en primer lugar al mismo Cristo. El encuentro eucarístico es un encuentro de amor… Y amor a nuestros hermanos. Porque la autenticidad de nuestra unión con Jesús sacramentado ha de traducirse en nuestro amor verdadero a todos los hombres, empezando por quienes están más próximos» (Juan Pablo II, Alocución a la AN, Madrid 31-X-1982).
«En esas horas junto al Señor, os encargo que pidáis especialmente por los sacerdotes y religiosos, por las vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada» (Juan Pablo II, ib.).
«Prenda de la esperanza futura y aliento, también esperanzado, para nuestra marcha hacia la vida eterna. Ante la sagrada Hostia volvemos a escuchar aquellas dulces palabras: «venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré» (Mt 11,28)» (Juan Pablo II, ib.).
El propio Papa Francisco fue adorador nocturno en su juventud en Buenos Aires, Argentina.
Precedentes modernos –
HERMANN COHEN – FRANCIA, PARIS 1848 (LA ESTRUCTURA MODERNA)
En Francia se produce un avance particular mediante la Adoración Nocturna desde casa, fundada por Monseñor de la Bouillerie en 1844 en París, cuyos miembros -hombres o mujeres- se levantaban por turnos durante la noche una vez al mes, a hora fijada de antemano, para adorar a Nuestro Señor. Cristo ya inspira la Adoración Nocturna como la conocemos hoy en día…
Pues bien, en su forma actual, la Adoración Nocturna es iniciada, precisamente en París por Hermann Cohen y dieciocho varones el 6 de diciembre de 1848, con el fin de adorar en una iglesia, con turnos sucesivos, al Santísimo Sacramento en una vigilia nocturna.
Los caminos de Dios son insondables
Hijo de una familia judía de Hamburgo, de buena posición social, Hermann Cohen (1820-1871) es educado en el judaísmo ilustrado, y en el desprecio de todo lo cristiano: sacerdotes, cruz, sacramentos, etc.
A los cuatro años inicia su formación musical, dando ya conciertos de piano a los once años. Un año después, como discípulo predilecto de Franz Liszt (1811-1886), inicia en París y desarrolla después por toda Europa una carrera muy brillante como pianista, profesor de piano y compositor. Felicité de Lamennais (1782-1854), sacerdote que acabó en la apostasía, fue su maestro. Incluso la escritora George Sand (1804-1876), escritora casada, que abandonó a su familia, y vivió sucesivamente con Mérimée, Musset, Chopin y con algún otro, tenía en Hermann, su amigo inseparable. De gran cultura literaria, sus personajes predilectos eran Voltaire, Rousseau, o el anarquista Bakunine.
Hermann Cohen viaja por toda Europa, habla varias lenguas -alemán y francés, italiano y español-, gana mucho dinero con sus conciertos, lo pierde también cuantiosamente en el juego, y llega a conocer todos los vicios. Así “malvive” hasta los veintiséis años (1847).
Su conversión
El propio Hermann relata su conversión al sacerdote Alfonso María de Ratisbona (1814-1884), otro judío converso como antes lo fue el hermano de éste, Teodoro, también sacerdote. Un viernes de mayo de 1847, en París, el príncipe de Moscú le pide a su amigo Hermann que le reemplace en la dirección de un coro de aficionados en la iglesia de Santa Valeria. Y en el acto final de la bendición con el Santísimo, experimenta «una extraña emoción, como remordimientos de tomar parte en la bendición, en la cual carecía absolutamente de derechos para estar comprendido». Sin embargo, la emoción es grata y fuerte, y siente «un alivio desconocido».
Vuelve a la misma iglesia los viernes siguientes, y siempre en el acto en que el sacerdote bendice con la custodia a los fieles arrodillados, experimenta la misma conmoción espiritual. Pasa el mes de mayo, y con él las solemnidades musicales en honor de María. Pero él cada domingo vuelve a Santa Valeria para asistir a Misa.
Se aloja en la casa de Adalberto de Beaumont; y es allí donde toma un viejo devocionario de la biblioteca, y con él inicia su instrucción en el cristianismo. En seguida, recibe la ayuda del padre Legrand, de la curia arzobispal de París. También el vicario general, Monseñor de la Bouillerie -muy interesado en las obras eucarísticas- se interesa por él. Pero de nuevo tiene que partir a Ems, en Alemania, donde ha de dar un concierto. Y comenta: «Apenas hube llegado a dicha ciudad, visité al párroco de la pequeña iglesia católica, para quien el sacerdote Legrand me había dado una carta de recomendación. El segundo día después de mi llegada, era un domingo, el 8 de agosto, y, sin respeto humano, a pesar de la presencia de mis amigos, fui a oír Misa».
«Allí, poco a poco, los cánticos, las oraciones, la presencia -invisible, y sin embargo sentida por mí- de un poder sobrehumano, empezaron a agitarme, a turbarme, a hacerme temblar. En una palabra, la gracia divina se complacía en derramarse sobre mí con toda su fuerza. En el acto de la elevación, a través de mis párpados, sentí de pronto brotar un diluvio de lágrimas que no cesaban de correr a lo largo de mis mejillas… ¡Oh momento por siempre jamás memorable para la salud de mi alma! Te tengo ahí, presente en la mente, con todas las sensaciones celestiales que me trajiste de lo Alto… Invoco con ardor al Dios todopoderoso y misericordioso, a fin de que el dulce recuerdo de tu belleza quede eternamente grabado en mi corazón, con los estigmas imborrables de una fe a toda prueba y de un agradecimiento a la medida del inmenso favor de que se ha dignado colmarme…Al salir de esta iglesia de Ems, era ya cristiano. Sí, tan cristiano como es posible serlo cuando no se ha recibido aún el santo bautismo…»
Vuelto a París, se dedica apasionadamente a la oración y a su instrucción religiosa. Pero todavía se ve obligado durante unos meses a dar clases y conciertos, pues ha de pagar considerables deudas de juego a sus acreedores.
El día de su bautismo, el 28 de agosto de 1847 dice: «Estaba tan emocionado, que aun hoy no recuerdo, sino muy imperfectamente, las ceremonias que se hicieron».. El 10 de noviembre hace voto, ante el altar de la Virgen, de ordenarse sacerdote y de prepararse a ello en cuanto se vea libre de sus acreedores. Cambia su vida totalmente, y sus antiguos compañeros de bohemia y de fiesta no lo entienden. Piensan que, quizá por sus excesos, anda trastornado. Algunos, como Adalberto de Beaumont, le vuelven la espalda, y él ha de buscarse nuevo domicilio. Hermann alquila un modesto cuarto en la calle de la Universidad, número 102 -casa que ya no existe-, y que se puede considerar como la cuna de la Adoración Nocturna. Un amigo suyo, el señor Dupont, uno de sus primeros seguidores, refiere los datos de esta fundación:
«Habiendo entrado un día por la tarde en la capilla de las Carmelitas se puso a adorar a Nuestro Señor manifiesto en la custodia, sin contar las horas y sin advertir que la noche se acercaba. Una Hermana tornera llega y da la señal de salir. Entonces dijo a la religiosa: «Ya saldré cuando lo hagan esas personas que se hallan al fondo de la capilla». Y ella: «Pues no saldrán en toda la noche». Hermann sale del oratorio y se dirige precipitadamente a casa de Monseñor de la Bouillerie: «Acaban de hacerme salir de una capilla, exclama, en la que unas mujeres estarán toda la noche ante el Santísimo Sacramento»… Monseñor de la Bouillerie responde: «Bien, encuéntreme hombres y les autorizo a imitar a esas buenas mujeres, cuya suerte ante Nuestro Señor envidia usted». Y ya desde el día siguiente encuentra la necesaria ayuda.
Monseñor de la Bouillerie, ya vimos que había establecido anteriormente una pequeña asociación para la Adoración nocturna en casa. Pero además, también había contribuido a fundar la Adoración nocturna del Santísimo Sacramento, asociación femenina establecida por la señorita Debouché que iba a ser el núcleo de las religiosas Reparadoras.
Hermann, con la autorización de Monseñor de la Bouillerie, se puso inmediatamente en busca de hombres de fe, ávidos como él de adorar a Jesús en la Eucaristía. Los primeros inscritos en la lista fueron el caballero Aznarez, antiguo diplomático español, que había enseñado el castellano a Hermann en los tiempos de su vida artística, y su amigo el conde Raimundo de Cuers, capitán de fragata.
Poco a poco se fueron incorporando otras personas, y el 22 de noviembre de 1848, Hermann los reunía a todos en su cuartito de la calle de la Universidad. Sólo diecinueve miembros se hallaban presentes; Monseñor de la Bouillerie presidía la pequeña reunión, cuyos miembros se habían juntado «con la intención, dice el acta de esta primera sesión, de fundar una asociación que tendrá por objeto la Exposición y Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento, la reparación de los ultrajes de que es objeto, y para atraer sobre Francia las bendiciones de Dios y apartar de ella los males que la amenazan».
Éstos fueron los instrumentos de que el Señor se sirvió para establecer la asociación de la Adoración Nocturna, que pronto había de extenderse por casi todos los países católicos.
«¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada!. Yo os aseguro que él mismo recogerá su túnica, les hará sentarse a la mesa y se pondrá a servirles. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!» (Lc 12,37-38).
Precedentes modernos –
LUIS DE TRELLES Y NOGUEROL, ESPAÑA 1877
España conoce también en su historia cristiana muchas Cofradías del Santísimo Sacramento, agregadas normalmente a Santa Maria sopra Minerva, iglesia de los dominicos en Roma, y que durante el XIX se integran en el Centro Eucarístico.
Pero la Adoración Nocturna, en su forma actual, es iniciada en España por Luis de Trelles y seis varones el 3 de noviembre de 1877…
La Asociación de Fieles, iniciada en París en 1848 y en Madrid en 1877, ha llegado a implantarse en un gran número de países, especialmente en aquellos que, cultural y religiosamente, están más vinculados con Francia y con España.
El listado de países donde hay asociaciones es el siguiente: Alemania, Argentina, Bélgica, Benin, Brasil, Camerún, Canadá, Colombia, Costa de Marfil, Cuba, Congo, Chile, Ecuador, Egipto, España, Estados Unidos, Filipinas, Francia, Guinea Ecuatorial, Honduras, India, Inglaterra, Irlanda, Italia, Isla Mauricio, Luxemburgo, México, Panamá, Polonia, Portugal, Santo Domingo, Senegal, Suiza, Vaticano y Zaire.
Todas estas Asociaciones de Adoración Nocturna, desde 1962, están unidas en la Federación Mundial de las Obras de la Adoración Nocturna de Jesús Sacramentado.
«¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada!. Yo os aseguro que él mismo recogerá su túnica, les hará sentarse a la mesa y se pondrá a servirles. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!» (Lc 12,37-38).
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